martes, 28 de septiembre de 2010

"Pantaletas" Ramírez Armando. Editorial Océano. México 2001


Una lectura memorable, en el sentido de poder expresar una insoportable realidad dentro de un juego, hasta cierto punto místico e in-apreciable, entre el profundo y extenso lenguaje coloquial defeño y la grandeza de la literatura hispanoamericana. Todo ello enmarcando un sentimiento de fragilidad emocional característico de la desconfianza personal de los estudiosos, y la travesía de éstos en el mundo del empleo formal e informal o el mismo desempleo, pero… ¿Dónde se resguarda la satisfacción personal de hacer lo que nos gusta realmente? ¿En qué parte del inconsciente, porque muchas veces no lo percibimos a primera instancia, se abruma el “verdadero” quehacer, no sólo del sociólogo sino de cualquier profesionista y persona en general, que le dará plena realización existencial y un sentido al rumbo de sus acciones?

Esta reflexión quizás va más allá de una re-exposición de la lectura. Sabemos de las condiciones inhumanas de una realidad inherente a nosotros mismos, del desempleo, del empleo informal, inseguridad, etc. De las nuevas formas de percibir las acciones sociales. Y como ello podremos saber más sobre las múltiples problemáticas de la sociedad. Pero muchas veces nos olvidamos de preguntarnos, sí, a nosotros mismos, ¿qué papel desempeña mi carrera como sociólogo, tanto para la sociedad, como para mi mismo?; ¿Qué rol juega, no solo la educación, sino la escolaridad en la sociedad actual? (para ponerlo en términos más generales); ¿Qué valorización es otorgada al estudio de una carrera profesional en el marco de una sociedad en constantes procesos de transformación? Apenas estas preguntas y dan ganas de redescubrirse uno mismo en sociedad. La atribución de valores ha ido cambiando con el paso de tiempo, lo que fue valorado tiempo atrás (los estudios profesionales), ahora parece haber sido superado por el sueño de encontrarse una vida de comodidad adquisitiva, aunque esto implique poner en riesgo la seguridad y la integridad de las personas.  

La mayoría de las personas esperamos reformas educativas, económicas, políticas, hasta Constitucionales, yo creo que debemos comenzar con reformas mentales individuales y seguir con reformas sociales sustentadas sobre la base de una conciencia colectiva diferente. Cómo criticar y juzgar un sistema político o de leyes cuando las acciones de un vendedor de pantaletas se encuentran regidas por los mismos incentivos que los de la clase que gobierna.

En consecuencia, habría que comenzar a repensar el valor social de la educación y la escolaridad, los modos de vida, los valores adquiridos, las tradiciones teniendo en cuenta los procesos transgeneracionales en la sociedad en que vivimos, partiendo de uno mismo.

Yo creo que la intensión del autor, más allá de situarnos, nuevamente, en la realidad, es tratar de situarnos en nuestro propio inconsciente a manera de redescubrirnos como personas, lejos de ser sociólogo, ingeniero, médico, etc. 


Mau Alar Flo.

1 comentario:

  1. En efecto, la educación en sí misma encierra un tesoro, señaló Jacques Delors: APRENDER A CONOCER, APRENDER A HACER, APRENDER A VIVIR CON LOS DEMÁS Y APRENDER A SER.

    Nuestro sociológo de Pantaletas: lo logra. El empleo, es otro rumbo.

    Bien por tu reflexión.

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