sábado, 13 de noviembre de 2010

Construcción y desarrollo del Sistema Educativo Mexicano.


P
ara comprender el desarrollo del S.E en México y la función social que éste ha jugado en la trayectoria histórica del país, es necesario analizar críticamente el contexto económico, político y cultural en los procesos de transformación social, tomando en cuenta no sólo el entorno nacional, sino, de la misma forma, los cambios sociales a nivel internacional que, en parte, explican el quehacer de los gobiernos mexicanos. Este análisis histórico podrá conducirnos, por tanto, a comprender las tendencias de la educación en los albores de éste milenio y en las políticas educativas futuras.
          Desde el inicio del México independiente la idea de progreso, con miras al desarrollo económico y tecnológico del país, y más tardíamente la idea de una identidad nacional que unificara a la población mexicana, fueron los pilares sobre los que se edificó el Sistema Educativo Mexicano. En este contexto, han sido múltiples los enfoques políticos y las acciones que los gobiernos han llevado a cabo en materia de políticas educativas. Sin embargo, estos dos ejes –desarrollo industrial y procesos de unificación nacional- fueron constantes en el desarrollo del Sistema Educativo, entendidas y aplicadas distintamente en función de la situación particular del país y las ideologías políticas de los gobiernos en turno y de los encargados de la educación en el país, llamados Secretarios de Instrucción Pública, que después de 1921, se conocieron como Secretarios de Educación Pública.
          La línea argumentativa que seguirá este ensayo tiene que ver con el desarrollo del S.E mexicano en sus múltiples enfoques: El Porfiriato, la educación revolucionaria y El Vasconcelismo, La política educativa de Narciso Bassols, La escuela socialista en tiempos Cardenistas, la educación como elemento unificador de la nación y las reformas de la década de los noventa en materia educativa, apelando a las condiciones económicas, políticas y culturales de este proceso, así como el papel que juegan los diferentes actores.
          El Legado del Porfiriato, como lo llama Loyo Engracia, podría considerarse como el inicio de la puesta en marcha de un proceso educativo que tiene sus alcances hasta nuestros días. El legado de Díaz dejó sentadas las bases de la importancia que tiene la educación para el progreso y el desarrollo económico del país y la unificación nacional. Esto se entiende si tomamos en consideración el crecimiento del positivismo en Europa y la influencia que éste tuvo en las políticas porfiristas. El otro elemento que definió la forma política que Díaz adoptó para la conducción del país fue el antecedente de la segunda intervención francesa en México en 1961, con ese acontecimiento Díaz buscaba la consolidación de la nación; no es accidental que Díaz encontrara en la educación el medio más propicio para el logro de sus objetivos. De ahí en adelante la educación en México pasó a formar parte elemental de todos los gobiernos para el desarrollo del país.
          La importancia del periodo porfirista en el terreno de la educación puede ser adjudicada al trabajo realizado por Justo Sierra como Ministro de Instrucción Pública. Su trabajo en el cargo fue sobresaliente en la medida en que se contemplen sus ideales nacionales: acrecentar los niveles de escolaridad y expandirla a todos los sectores de la sociedad, aspecto que fue notablemente limitado pues las zonas rurales no estaban en las mismas condiciones (quiérase políticas, económicas, e incluso ideológicas y culturales) de acceder a la educación primaria. A pesar de contemplar a la educación como motor de desarrollo, en el porfiriato la educación siguió siendo un sistema de lento crecimiento y expansión. La educación primaria estaba concentrada en las ciudades más importantes y la superior con mayor presencia en los estados se reforzó con la creación de escuelas normales y en última instancia (1910) la creación de la Universidad Nacional.
          Sin embargo, pese a los propósitos que tenían Sierra en materia educativa y los avances y retrocesos de la educación en México, los problemas sociales fueron agudizándose a tal grado que el conflicto fue inevitable y estalló la revolución. La revolución abrió un espacio para la reflexión en torno a cuál debía ser el propósito de la educación y la forma en que ésta se debía impartir, cuáles serían los sectores que debían ser incluidos, y de qué forma serían los métodos d enseñanza más eficaces.
          Durante el periodo revolucionario la educación sufrió un estancamiento por el conflicto armado. La inestabilidad política y social que reinaba en el los primeros años del siglo XX fue el detonante para repensar la función de la educación en una etapa dónde la necesidad primaria era fortalecer la identidad nacional, la idea de que se comparte un proceso histórico común, de pertenencia a una misma patria.
          Lo importante que se debe considerar de este periodo es el trabajo realizado por Vasconcelos, su idea de cómo debía ser la educación posrevolucionaria y sobre que cimientos se debía construir las políticas educativas y culturales. Para el logro de su cometido, Vasconcelos crea la Secretaría de Educación Pública y con ella la tendencia descentralizadora de la educación, es decir, se le confirió a los estados la capacidad para regular y organizar sus procesos educativos, aunque bajo la misma premisa de unificación nacional. Para Vasconcelos era claro que la misión de la educación era formar las bases de una cultura nacional que debía ser homogénea en el aspecto lingüístico, en la conciencia de una nación propia y una rica tradición cultural. Es decir, Vasconcelos desplegó una intensa actividad educativa, guiado por la convicción de unificar a la heterogénea y dispersa población mediante un nacionalismo que integraría las herencias indígenas e hispánicas de los mexicanos. Con esos principios impulsó la alfabetización, la escuela rural, la instalación de bibliotecas, la edición de libros de texto gratuitos, los desayunos escolares, etc. Uno de los muchos aspectos que se le debe reconocer al trabajo de Vasconcelos es su interés en los actores rurales. Fundó la educación rural: se crearon escuelas primarias y algunas normales rurales, y se formaron las Misiones Culturales: maestros, profesionistas y técnicos que se dirigieron a diversas localidades rurales para capacitar maestros y trabajar en favor de la comunidad, ya fuese para adiestrar a los maestros rurales en la forma de sembrar, vacunar o incluso en actividades de recreación etc.
          Uno de los elementos de la política educativa de Vasconcelos que fue, y sigue siendo, parte de un tema polémico, es la situación indígena. Vasconcelos creía que los indígenas debían ser integrados a un proceso de civilización homogeneizante, todos los mexicanos debían de hablar el español, todos debían compartir la misma idea nacionalista. Esta concepción del mexicano dista mucho de acercarse los principios rectores de la vida tradicional indígena. Es decir, sus costumbres en la manera de organizarse, de concebirse ante ellos mismos y ante mundo, su idiosincrasia no es, para Vasconcelos, el medio más eficaz de alcanzar un nivel de desarrollo y civilización apto para una vida mejor.
          El proyecto educativo de Vasconcelos se resume en que fue un proyecto humanista, en el sentido de estimular el acercamiento de la relación que existía entre la educación y la cultura: la educación como medio para el desarrollo del espíritu. Ornelas explica que la conclusión de la visión educativa-cultural de Vasconcelos fue cayendo en una burocratización del sistema educativo, en proceso rutinario que dejó atrás la iniciativa y el compromiso con los diferentes actores, el papel importantísimo que tenía el maestro fue desplazado por la importancia del funcionario público. Empero, la huella vasconcelista sigue hasta nuestros días y forma parte trascendental del la historia del Sistema Educativo Mexicano.
          En la década de los años treinta, con Cárdenas arribando a la presidencia, hubo una ruptura radical en el desarrollo de la educación en México. La llegada de Narciso Bassols a la secretaría de Educación Pública fue el pare aguas de una nueva etapa en la educación mexicana. La educación con Bassols está se caracteriza por ser una educación radical. Esta postura de corte marxista de Bassols se comprende si tomamos en consideración el contexto internacional de aquellos años. El mundo iba saliendo de una fuerte crisis económica (1929-1933) motivo por el cual los Estados nacionales buscaron cerrar las fronteras a la importación de productos básicos y así poder incrementar las oportunidades del mercado interno y lograr eventualmente la salida al progreso nacional, la expropiación petrolera, la creación del IPN, entre otros, son ejemplos de este proceso.
La idea de educación de Bassols debía estar centrada en el desarrollo económico-productivo y tecnológico del país. Es por esto que Bassols planteó la importancia que debía tener la formación de mano de obra calificada que necesitaba el país. Con esta argumentación, el gobierno mexicano debía expandir e impulsar la educación técnica. Así se creó la “escuela técnica” aquella que centraba la capacidad productiva de las personas, y que en el discurso de Bassols, era el elemento necesario del cual dependía enormemente el porvenir de la economía nacional. La idea de una escuela con enfoques productivistas y prácticos descansaba sobre el “utilitarismo”, esto es, el sistema de ética normativa. “Que las personas desarrollaran valores como los de puntualidad, responsabilidad para el trabajo, diligencia y supremacía de lo racional sobre lo afectivo”.
La educación de Bassols, con miras al desarrollo productivo del país, según órnelas, debía estar centrada en cuatro factores primordiales: a) el biológico, que tiene que ver con la reproducción de la fuerza de trabajo (en términos marxistas); b) la escuela debía tener una función nacional e integradora; c) El desarrollo económico como elemento integrador, es decir, el crecimiento en los procesos productivos y su eventual intervención en el mercado interno debía ser el factor común en el quehacer social de la población; d) La escuela debía tener una función política, el propósito elemental de la política educativa era alejarse de los principios religiosos y los fanatismos, y centrarse mejor en promover una educación cívica con miras al crecimiento de instituciones nacionales.
Esta visión del Sistema Educativo Mexicano de Bassols dejó claro cuál debía ser la función que debería desempeñar la educación en México. La salida de Bassols de la Secretaría se dio por enfrentamientos ideológicos con la iglesia y los sectores más conservadores. A pesar de ello, sentó las bases para que se estableciera la “educación socialista”, la cual fungió como un proceso de cambio social que iba más allá de las aulas y las escuelas, era realmente un proyecto de nación que revolucionaría la vida en general. Las ideas socialistas penetraron en los sectores rurales y urbanos con un soporte marxista de la manera en que se debía organizar la vida social, para esta corriente de pensamiento, según Quintanilla, “la escuela debería ser la célula creadora del nuevo orden que se avecinaba”. La reforma al artículo tercero constitucional en 1934 dónde se decretaba explícitamente que la educación debería ser socialista, la creación de libros de texto gratuitos, fueron un legado del trabajo de Bassols.
Una de las herencias más notables de Bassols y la escuela socialista fue la creación del Instituto Politécnico Nacional, y una serie de escuelas técnicas, como una manera de acercar a los estudiantes a la educación técnica que produciría personas capaces de transformar al país, en detrimento de las demás instituciones de Educación superior como la UNAM, que fue, para Bassols, una de las instituciones educativas más conservadoras.
El sistema Educativo de las décadas pos-cardenistas (40´-50´), centró sus políticas de acción en unificar al país tomando elementos de las políticas educativas precedentes. Es decir, la idea de que la educación debía ser el motor transformador del México moderno se dejó atrás para dar paso a una concepción de la educación centrada en la unificación del país, se abandonó la política socialista de la educación y con ella la propuesta de que la educación se enfocaba en la lucha de clases y el espíritu revolucionario.
El principal representante de esta nueva reforma educativa fue Jaime Torres Bodet, quien fuera dos veces Secretarios de Educación Pública, la primera en 1943, con Ávila Camacho como presidente y la segunda en 1958, ya con López Mateos. En su primera etapa (1943) Bodet trató de reagrupar varios enfoques: el vasconcelista, promoviendo el regreso de las misiones culturales, poniendo énfasis en la educación para niños y adultos, tomando en cuenta aspectos culturales; el enfoque de Bassols, enalteciendo la educación técnica y utilitarista; y por otro lado el enfoque nacionalista unificador de la educación, centrado en la construcción de ciudadanía y valores cívicos, pone el acento en el maestro como responsable de la educación nacionalista, en su capacitación y sus condiciones económicas para realizar sus funciones, crea, para este propósito, el Instituto de Capacitación del Magisterio. Los resultados de esta primera etapa fueron confusos debido, justamente, a la integración de los múltiples enfoques.
La segunda etapa de Bodet (1958) reaparece más concreta y centrada en principios claros de expansión de la educación. Sus principales aportaciones fueron: poner particular atención a la educación superior, lograr que la SEP y las escuelas normales estuvieran integradas de tal manera que pudiera lograrse una inter-institucionalidad, captó recursos adicionales a los establecidos oficialmente para la Secretaría de Educación Pública, con este aumento presupuestal se construyeron cerca de 1700 aulas para la educación primaria, se consolidó el programa de “once años”, el cual tenía como propósito fundamental resolver el problema de la oferta y la demanda educacional, crea la Comisión de textos gratuitos.
La nueva etapa del SEM (90´) viene con reformas constitucionales y la creación del Programa y Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica, así como la Ley General de Educación promovidos por el presidente Carlos Salinas de Gortari. Estos son los principales documentos legales que regulan la función que ha de desempeñar el Sistema Educativo Mexicano, definen los objetivos y plantean la responsabilidad normativa en materia de financiamiento, participación social, pedagógica, etc.
El artículo tercero constitucional estipula que “todo individuo tiene derecho a recibir educación y que la Federación, los Estados y los Municipios la impartirán en los niveles de preescolar, primaria y secundaria”. Asimismo establece que “la primaria y la secundaria son obligatorias. La educación impartida por el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará el amor a la Patria y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia”.
Otro aspecto relevante del art. 3 es que toda educación impartida por el Estado es laica, por tanto ajena a cualquier doctrina religiosa, estará orientada por los resultados del progreso científico y lucha contra la ignorancia, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. Aspectos bien definidos desde que Bassols estuvo a cargo de la SEP.
En el caso de la LGE, ésta estipula lo siguiente:
(…) “La educación debe contribuir al desarrollo integral del individuo; favorecer el desarrollo de facultades para adquirir conocimientos y de la capacidad de observación, análisis y reflexión críticos; fortalecer la conciencia de la nacionalidad y de la soberanía, el aprecio por la historia, los símbolos patrios y las instituciones nacionales, así como la valoración de las tradiciones y particularidades culturales de las diversas regiones del país; promover la enseñanza del español como lengua nacional e idioma común para todos los mexicanos, sin menoscabo de proteger y promover el desarrollo de las lenguas indígenas; infundir el conocimiento y la práctica de la democracia como la forma de gobierno y convivencia que permite a todos participar en la toma de decisiones para el mejoramiento de la sociedad; promover el valor de la justicia, de la observancia de la Ley y de la igualdad de los individuos ante ésta, así como propiciar el conocimiento y respeto de los derechos humanos; fomentar actitudes que estimulen la investigación y la innovación científicas y tecnológicas; impulsar la creación artística y propiciar la adquisición, el enriquecimiento y la difusión de los bienes y valores de la cultura universal, en especial de aquéllos que constituyen el patrimonio cultural de la Nación; estimular la educación física y la práctica del deporte; desarrollar actitudes solidarias en los individuos para crear conciencia sobre la preservación de la salud, la planeación familiar y la paternidad responsable, sin menoscabo de la libertad y del respeto absoluto a la dignidad humana; propiciar el rechazo a los vicios; hacer conciencia de la necesidad de un aprovechamiento racional de los recursos naturales y de la protección del ambiente; y fomentar actitudes solidarias y positivas frente al trabajo, el ahorro y el bienestar general”.
Al parecer la ley deja bien claro la idea del mexicano, de los derechos que este tiene en materia educativa y los objetivos que se deben perseguir en la construcción del ciudadano, poniendo especial atención en el desarrollo integral de las personas. Sin embargo el discurso dista mucho de acercarse a la realidad; la brecha que existe entre las acciones concretas de los que se encargan de dirigir las políticas educativas y los receptores de dichas políticas parece ser cada vez más grande.
En lo referente al Programa para la modernización de la Educación Básica, ofreció un diagnostico importante en lo que se refiere al rumbo que debía tomar la educación Básica del país, se consideraron aspectos como la falta de participación y solidaridad social, se destacó la importancia de la descentralización educativa, articulando los propósitos nacionales con las comunidades locales, los problemas locales y la participación de las localidades al desarrollo educativo nacional.
El programa (PNMEB) buscó combatir los problemas de rezago educativo, pues el analfabetismo seguía presente en varias zonas del país de manera contundente. Para resolver este y otros problemas, el gobierno federal, los gobiernos estatales y los representantes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) firmaron el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB). El acuerdo, en base al programa, “obedeció a la necesidad de superar rezagos y disparidades acumuladas, satisfacer la creciente demanda de servicios educativos y elevar cualitativamente la calidad de la educación. Para lograrlo era necesario iniciar un proceso de federalización educativa que transfiriese a los gobiernos estatales la operación de los servicios educativos que hasta ese momento eran responsabilidad del gobierno federal”.
El Programa para la Modernización Educativa y el ANMEB fueron los documentos básicos para la reorganización del sistema educativo, la reformulación de contenidos y materiales educativos y la revaloración de la función magisterial, con el fin de ampliar la cobertura educativa y elevar la calidad de la educación, pese a la multiplicidad de interpretaciones de este concepto.
¿Hacia dónde camina ahora el Sistema Educativo Mexicano en un contexto social, económico, político y cultural lo suficientemente complejo como para repensar la función social de las reformas educativas y su verdadero impacto en el desarrollo integral de las personas?

Mau!!

2 comentarios:

  1. Mau, lograste elaborar un buen ensayo, corto y a la vez dar cuenta de los contenidos más imortantes que se revisaron durante las dos primeras unidades.
    Felicidades también por el "pinino" con el Blog.

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  2. Les recomiendo mirar la organización de siguiente BLOG, que elaboraron sus compañeros en el módulo octavo. Queda clasificada la información.

    http://sociologia-8.blogspot.com

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