viernes, 3 de diciembre de 2010

El laberinto de la soledad de Octavio Paz

Entre mitos, ritos y costumbres...
Pastrana Orozco José
En primera instancia, Octavio Paz plasma en su libro parte del pensamiento moderno mexicano, restituyendo al mexicano su individualidad histórica. Es un texto en donde se refleja y convergen la crítica de las diversas expresiones, actitudes características y preferencias particulares que constituyen en gran medida nuestra cultura y que determinan  el espíritu nacional con el fin de matizar el papel que juega el individuo dentro de una sociedad; desentrañar el mito que libra la batalla de las transparencias; una reflexión acerca del mexicano como piensa, como habla (su discurso), como vive –y se relaciona con el resto, como interactúa a través de imágenes, del disfraz, del lenguaje-, sus costumbres, su idiosincrasia, etc., manifiesto dentro de nuestras fronteras.
Por otro lado, capto mi atención de forma particular el capítulo tercero en el que hace referencia hacia la indiferencia que refleja el mexicano –en general- frente a la vida y que se ve plasmada ante su indiferencia hacia la muerte. La muerte moderna –como la nombra Paz en su texto- es un fin inevitable de un proceso. “En un mundo de hechos es un hecho más”, y en las sociedades modernas todo opera como si la muerte no existiera. El mexicano celebra la muerte, la adorna, se la come en figuras que la representan, la venera y le rinde culto. Este menosprecio que sugiere alabanza, tal vez sea reflejo de la indigencia, miseria, infelicidad, etc. que experimentan muchas personas y que genera cierto desentendimiento y una ausencia de sentido a una vida inundada de pobreza.
Pero, también es respeto y júbilo, es la oportunidad de exhibirse con cierta complacencia, de expresar y externalizar la violencia que se encierra dentro del hermetismo del individuo, es a través de la fiesta lo que le da sentido a su existencia.
Nacemos y morimos solos. Pero, también somos capaces de traspasar nuestra soledad a través de los sentimientos –como el amor, aunque sólo es una palabra, lo que importa es la conexión que esa palabra implica- a través de la libre elección, aunque las emociones ya se encuentran viciadas por
culpa de esa interacción que se da dentro de una sociedad, la misma que dificulta esa libre elección. Para la sociedad, el amor equivale a tener hijos pues la familia, es el primer reflejo de la sociedad. La doble moralidad aterriza directamente en el concepto del Matrimonio, es decir la naturaleza conservadora de la pareja. Al amor garantizado constitucionalmente.
La reconciliación del presente con el pasado. Pero no el pasado que se somete a la conquista sino, el pasado que remite al período prehispánico, el renacimiento, la renovación de la cultura ancestral, el aprecio a la naturaleza, retomar la noción de una sociedad sumergida en sus emociones y en su pensar. Construir una sociedad que no se avergüence de sus raíces, que las enaltezca y recupere, desdeñando en cierta medida las formas que la globalización impone –o si no, al menos no adoptándolas del todo y brindar el lugar de privilegio que merece nuestra cultura ancestral.

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