miércoles, 8 de diciembre de 2010

EL-LABERINTO- DE -LA -SOLEDAD

  1. EL PACHUCO Y OTROS EXTREMOS

El pachuco, mexicano que no es de aquí, ni de por haya ni de nadie y que para colmo esta falta de encontrarse lo deprime, se burla de aquello que quiere ser pero que no admite y crea un margen grotesco en el que enmarca a su cultura madre, estampa a la virgencita de Guadalupe sobre un escudo de los “Yanquis” de New York satiriza con cómica irreverencia lo que es y se niega a si mismo, ¿acaso el mexicano no es nada? No solo los pachuchos niegan sus raíces y adoran a la sociedad gringa por repudiarlos, toda la sociedad mexicana ahora en nuestros días se siente dichosa de comprar y usar la moda norteamericana pero reprocha la falta de valores, el materialismo y la poca felicidad en esa sociedad, abraza a su religión, pero lo hace en el secreto.

El mexicano es un lío de contradicciones, no es, no será, pero no deja de ser, grita por ser mexicano, mas tarde se deprime por que es un mexicano promedio sin grandes lujos y se acerca a ser pateado por su eterna vecina de fronteras, arriesga su vida y su dignidad con tal de “olvidar” sus raíces y entrar en ese mundo de formas grotescas para que el mundo lo mire con rostro de repulsión, de desaprobación, sentirse el triste foco de atención, el incomprendido, el solitario, el pachuco no es producto mas que del mismo mexicano y de su sentimiento de soledad que lo acompaña latente el resto de sus días por ser individual.

El mexicano no ve el precioso tesoro que le regala su individualidad, la ve como una penitencia de un pecado que por conformidad acepta, disfruta lastimarse, sentirse desdichado dice odiar la compasión de la raza humana, pero si no la tiene llega a ser pachuco, llega a ser pocho, con esto me refiero a que es un “gringo de segunda”, no se es “mexicano” pero tampoco “gringo” (no digo americano, ni norteamericano porque todos somos americanos y tanto Canadá como México es Norteamérica) llega a caer en los excesos, que por ley siempre son focos de atención.

El mexicano no tiene identidad; tiene una cultura hermosa, pero sin abrazar su identidad ¿de qué vale? díganme donde esta el verdadero mexicano.., parece nunca haber existido, ¿cómo puedo definir a un mexicano si desgraciadamente no conozco a ninguno?


II. MASCARAS MEXICANAS

El mexicano no existe por que se lo impide, se niega ese derecho concedido en su naturaleza humana, el mismo se encarga de encerrarse en la infranqueable muralla de su propia intimidad, aquí bien nos es empleado el termino de “rajarse” que se traduce en abrirse a los demás, no hay cabida para la vulnerabilidad del macho y en la mujer es sentenciado por ridícula regla genética.

La mujer mexicana según Octavio Paz y a lo cual no estoy totalmente de acuerdo, es un verdadero enigma relegada a las sombras siempre en una actitud pasiva y resignada, tal vez a la mayoría de las mujeres se deben sentir ofendidas al ver como describe Paz a la mujer mexicana e indudablemente los tiempos son otros y las cosas han cambiado, por eso cabe aclarar que tiene mas de 50 años cuando esta obra fue escrita.

El mexicano en su celo por mantenerse cerrado y no “rajarse” se convierte en el perfecto camaleón bípedo, y de repente se transforma, como dicen Octavio Paz en “ninguno” me causo gracia el ejemplo que se nos ilustra, el de la muchacha que al hacer ruido y al preguntarle que quien esta ahí ella naturalmente responde “no es nadie, solo soy yo” ese argumento tan incoherente que parece insignia en el mexicano, nos desaparecemos, y digo “nos” porque todos de alguna manera nos autoagredimos ¡ Sin embargo estamos ahí!


III. TODOS SANTOS, DÍA DE MUERTOS

Somos un país fiestero a morir, como ningún otro, nuestras fiestas son la clara evidencia del lujo, las extravagancias y las exageraciones, es el despilfarro total, podemos quizás no comer al día siguiente, sin embargo la fiesta tiene que ser magnifica, pero ¿por qué? Es simple, y las leyes físicas nos lo pueden explicar: si a un globo le aplicas exagerada presión (es decir demasiado aire) el cuerpo del globo se dilatara hasta alcanzar su limite de elasticidad, pero si aun así le agregamos más presión... la respuesta es obvia, el globo reventara.

Pasa lo mismo con el mexicano y sus fiestas, acumula tantísima presión al querer protegerse a si mismo de los demás que decide perderse en la multitudinaria congregación de una fiesta, gritar a coro con cientos de voces que en fondo arrastran el mismo lamento, comer hasta reventar, beber y embriagado caer en el juego de los que se abren a los demás y lloran por las mismas penas; las fiestas en este lugar no son mas que burdos sinónimos de exceso, desesperación e intento de saltar esa invisible muralla que tras años o meses sé a esforzado en construir para ahogarse como siempre solo tras ella.

Ahora pues, la muerte, esa con la que vivimos a cada día, en un principio se consideraba como una extensión de la vida en un plano cósmico que movía los engranes de la vida y cumplía con los caprichos de aquellos dioses de antaño de los que ni suspiros quedan, ahora la muerte para nosotros es nuestra amada cómplice , silenciosa la llevamos de la mano con la vida, para otras culturas es impronunciable y su simple presencia deprime; para nosotros es un juego, un reto nos morimos de miedo por dentro pero miramos la cara huesuda de frente a frente, la retamos la invocamos y hasta le hacemos fiestas también a ella; es el imán místico que nos atrae, los poetas mexicanos la pintan con fanfarronería, las clásicas calaveritas no son mas que una muestra de cuanto nos seduce esa que hemos caricaturizado, a pero no, el mexicano es necio y tampoco se abrirá ante su amada muerte (que cabe mencionar que tampoco la entiende) y así sigue... sin “rajarse”.


IV. LOS HIJOS DE LA MALINCHE
Aquí como que el Autor se desvía un poco y podemos observar un poco de su opinión respecto a la política y a los males que traen consigo los regímenes totalitarios, pero recupera el tema y vemos surgir una de las actitudes que mas me gustan de mi pueblo que no es, pero está.
Si, somos groseros, somos mal hablados y este lenguaje vulgar lo llevamos dentro, lo guardamos y en cualquier descuido se escapa de nuestros labios y explota en el aire tras un exceso de ira o de gracia. Pero hay una de esas palabras que a la vez lo significa todo y la vez es la misma nada, cambiante de matices por naturaleza, un acento, una letra perezosa de más y el verbo “chingar” cambia radicalmente, es la palabra universal por excelencia de “el mexicano”

Definitivamente es un verbo que lastima, que hiere y en su significación nula, su intención es fastidiar, herir, lastimar... verdaderamente chingar, ahora pues se puede ubicar en su multicolor estado la parte relativamente buena, aquella que se aplica al “gran chingón” que no es otro que el Macho, el in-rajable, el agresivo que se chinga a todos y para colmo que hace “chingaderas” para no dejar incompleto su estuche de monerías, es aquel que representa a la mismísima fuerza, casi como una divinidad, pero jamás llega a tal grado por que al poseer el poder, se aleja, se aísla y se deslinda de toda responsabilidad con la prole, siempre lejano, y cuando hace su dramática aparición no es más que un extraño.

La Virgen de Guadalupe, que tan arraigada esta en las almas y el culto religioso del mexicano creo suponer por el sentimiento de soledad que invade al mexicano y que encuentra consuelo en el regazo del retrato inmóvil de la pureza que representa esta Virgen india, pero tenemos a la contraparte, si ella nos representa la pureza, la suciedad la encontramos también en una mujer, esa mujer que traiciona a su pueblo y a la que su sentimentalismo femenil la arrastro a darse a un español opresor de su pueblo, aquélla que después de siglos no le perdonamos la traición, la Malinche

El mexicano resentido, reniega de la madre chingada, de la madre violada, e incluso busca el modo de hacerle patente al mundo que “malinchismo” es sinónimo de traición, y así el mexicano elimina su origen, ya no es español, ya no es mestizo, ya no es indio, tan solo hombre, que empieza y termina en si mismo, una vez más el mexicano se termina negando el derecho de existencia por su antigua historia esta vez, y se pierde en si mismo.


V. CONQUISTA Y COLONIA

Me gusta creer que Octavio Paz acomoda este capitulo en el quinto lugar con alguna intención premeditada, el porque de mencionar esto es por el hecho de que aquí se nos habla del origen de la sociedad mexicana que conocemos, nos habla (como el mismo titulo hace notar) de la conquista y la colonia de nuestras tierras, hace un análisis a partir de las primeras civilizaciones que se desarrollan, su esplendor y aquello que las unificaba dentro de su extrema diversidad..

Así pues, puedo notar que se vuelve a caer en el concepto de “el sentimiento de soledad mexicano”. Aquí explica que este fenómeno se da por el abandono de los dioses, y la caída de los indígenas abandonados de todo y de todos ya que al formar parte de una religión cósmica que les es arrebatada sin muchas contemplaciones por los españoles, se quedan flotando en la nada sumidos en la orfandad. En este punto mi opinión cambia ya que desde mi punto de vista la soledad no viene de un hecho o acontecimiento, la soledad nos viene por el simple hecho de que somos totalmente diferentes, por que somos individuales, no es un rasgo característico del mexicano, es para todos los hombres del mundo, un ejemplo quizá burdo es cuando visitamos un lugar donde todos son extranjeros, nos sentimos solos, ¿porqué? No dejan de ser hombres, pues simplemente son diferentes.
Ahora que, la invasión española no fue ni creadora ni mucho menos, nos convertimos en una mole de borregos que simple y sencillamente dejo de ser esa creadora magnifica de diversidad de culturas a adoptar lo que nos traían, la religión petrificada y poco creativa, la filosofía etc... ¿Habrá sido entonces cuando perdimos nuestra mexicanidad?.



VI. DE LA INDEPENDENCIA A LA REVOLUCION

Durante la independencia, ya esta mas que visto que más haya de ser un intento de crear la verdadera sociedad mexicana, solo se trato de el ascenso de clases ambiciosas dentro de la misma sociedad que hablaban el lenguaje de la libertad y la igualdad, sin embargo no era el credo que rezaban, la única utilidad de la independencia fue para los criollos de clase alta, su objetivo más que el reparto de tierras, democracia e igualdad no fue otro que el tomar el poder, acomodarlo a su visión y beneficio.

La viva prueba la podemos ver en Porfirio Díaz y su periodo de “esplendor” que no podemos negar, pero ¿a costa de qué? vemos los mismos factores que supuestamente nos llevaron a la guerra de independencia; las familias acomodadas y ricas a costa de la venta de los bienes de la iglesia, las tierras repartidas en desequilibrio, los trabajadores y obreros no eran otra cosa que siervos para los amos de la hacienda.

Nos vemos envueltos de nuevo en la guerra, desencadenada por la incontrolable ambición de una clase burocrática que utiliza en positivismo a medias para limpiarse la conciencia y no para ayudar al pueblo. Hay que hacer notar que la Revolución con todo, fue la obra la inteligencia mexicana a fin de cuentas, fue original dentro de lo que cabe pues no cuenta con precursor alguno, pues hay que tomar en cuenta que hubo varios descontentos y rebeliones desde antes de que apareciera F. I. Madero; la independencia se omite en este punto, ya que esta si tenia precedentes y básicamente la ideología en la que se sostuvo no era otra que el reflejo de un mundo en medio un cambio mordaz.

 La revolución nos habla de la pura y mera soledad mexicana, la añoranza de sus orígenes y el patético intento de regresar a ellas, para como pasa hoy y desde tanto tiempo atrás nos cerremos, no nos rajemos y volvamos a ser los seres impenetrables, tal como una sangrienta fiesta.


VII. LA “INTELIGENCIA” MEXICANA

El autor nos hace referencia al mencionar a la “inteligencia” mexicana a aquellos hombres ilustres o pensadores surgidos después de la revolución, aquellos que por ser demasiado jóvenes no tuvieron al alcance la posibilidad de participar en la lucha armada, José Vasconcelos, uno de ellos plantea una nueva filosofía que a fin de cuentas resulto inadecuada, aunque no carente de originalidad, el resto de las mentes se encargaba de dirigir el país ya fuese atrás o delante del gobernante sindical, sus ideas y su “inteligencia” se convierte en vida para el nuevo estado nacido de la fiesta sangrienta de la revolución.

Los hombres de aquel tiempo (de la revolución) ya definían a la tradición mexicana como una negación de la colonia, todo en nuestro alrededor se trata de negación, negamos nuestros valores, negamos las tradiciones, negamos la raíces y sin embargo nos atrevemos a ser, que resulta una contradicción porque, ser para el mexicano implica ocultarse, una bonita definición de México resulta ser la negación de su pasado.

Para Octavio Paz el uso del lenguaje va más haya de ser un medio de comunicación de las palabras, lo describe como una forma de vida, la mas artística de las expresiones y donde la única herramienta que se posee son las palabras que tienen que ser empleadas con el cuidado “concienzudo” del buen escritor, artista por excelencia y yo estoy de acuerdo, escribir no solo es poner símbolos gráficos con (de vez en cuando) una ilación coherente, la escritura es la expresión mas pura y a la vez peligrosa del hombre.



VIII. NUESTROS DÍAS

A pasado la revolución y sin embargo permanecen vigentes sus verdaderos ideales en medio de la política social que nos rodea y sigue hasta cierto punto revolucionando, nos encontramos en una situación en la que la política es abierta a todas las personas y en la que a pesar del cambio constante y del notorio hecho de que al fin ya no pertenecemos a un feudalismo colonial, los ideales de los revolucionaros más lucidos aun no se alcanzan o se encuentran en el proceso de ser, puesto que aun no alcanzamos a tocar la industrialización completa y nos hemos estancado al convertirnos en un país que básicamente se sostiene de la materia prima que produce y cambia conforme a los designios de una economía universal, aun no es capaz de ser un país industrializado.

Al ser un país que aun depende de manera irremediable en los giros del capricho de la economía mundial, se ven afectados los intentos de manejar un desarrollo mucho mayor, puesto que no se cuenta con el capital necesario y esto radica en el desequilibrio que sufren los precios de las materias primas (producción base de nuestro país) que se vuelven tan bajos e irreales que si se tratara de los productos manufacturados que son mucho más lucrativos.

Por si fuera poco la política y los políticos a un son aves rapaces y lo poco o provechoso que puede caer a nuestro país que proviene de la única opción aparente, son las llamadas inversiones extranjeras, es hábilmente manipulado para que sea en provecho de unos cuantos conocidos como dirigentes y representantes del pueblo.



APÉNDICE: LA DIALÉCTICA DE LA SOLEDAD

La soledad es tan enigmática que nos atrae, romántica por excelencia y secretamente nos otorga una duda que nos acompaña aun después de la muerte, convierte al hombre en un ser extraordinario desesperado de si mismo que abraza a el la idea de encontrar en algún punto la comunión entre vida-soledad-muerte y es que este sentimiento tan adorado y temido es una dualidad en más de un sentido, sentirnos solos nos implica saber que estamos, por que sentimos esa soledad y ella misma y su sentir nos habla de querer escapar de lo que somos para no estar solos.

Se nos menciona el sentimiento del amor y contraria a la concepción mustia que tenemos de el se nos presenta como es, el amor es escándalo, es prohibición, tentación y esta privado de la libre elección. La mujer de nueva cuenta aparece y no deja de ser un objeto de idolatría del hombre que esta resignada a seguirse vistiendo con los prejuicios y la femineidad que le ha creado el mismo hombre, puesto que ella no la a creado ni a nacido con ella, se la han impuesto educaciones con siglos de mala aceptación.

Se puede ver que en las distintas etapas de crecimiento del hombre la incansable batalla contra la soledad, cuando uno es niño la madre es nuestro mundo, y si ella desaparece, nos quedamos o sentimos desprotegidos y muy solos como si estuviéramos en el universo, únicamente uno solo en el espacio; pasamos la niñez y llega (para mi la favorita) adolescencia, ser adolescente nos duele, adolecemos de esa extraña etapa narcisista por que sentimos esa soledad caer en nuestros nostálgicos pensamientos nos hacemos poetas, melancólicos y disfrutamos de ella con placer y por ultimo la madurez, aquí tal vez el miedo creciente a sentirnos solos.

El hombre no puede permitirse el sentimiento de soledad, se mantiene en grupo, se maneja en comunas y crea mitos en los que después de la muerte se ríe con mas espíritus, pero ¿qué es lo que el hombre teme de la soledad? La imagen trágica de ella se la ha creado el mismo.

 Le teme por que se sabe solo desde el momento en que fue arrancado del vientre de la madre, donde se encontraba el dentro de otro, no estaba solo y no era capaz de nada mas que limitarse a existir de una manera biológica, le teme al hecho de que saber que dentro de su soledad encontrar algo que quizá no es tan grato (dentro de sus estereotipos ya predispuestos) como el quisiera.

Octavio Paz se adentra en un profundo análisis en el que despedaza y trata de reunificar al mexicano partiendo desde el mismo titulo, vivimos inmersos en un laberinto de soledad que nos pierde y donde nosotros mismos deseamos fervientemente encontrarnos con ese algo que no sabemos bien que es pero que estamos convencidos de que nos quitara esa insoportable sensación de soledad, no debemos temer, no debemos cegamos en el sentimiento infantil e irracional del miedo.

El mexicano en quien se centra todo este ensayo al fin es descubierto tal como es, inconforme y un lió de contradicciones, que aparte de que le teme a la soledad le teme a ser, darse la libertad de ser va más haya de lo socialmente permitido y nos remite al antiguo machismo, los “cerrados”. Nuestra sed de compañía, nuestra sed de no sentir la soledad que tras nosotros se ríe por que jamás se ira, por que estamos condenados y benditos por su presencia por el simple e irrisorio hecho de ser individuales.

BALTAZAR P. VALLES

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